domingo, 5 de junio de 2016

Tempus fugit

Pasando el tiempo amarillo sobre nuestras fotografías, alambres que crecen y sueños que avanzan, agobios que desaparecen y otros que nacen. Fugacidad en su máximo exponente sin apenas poder sentir el viento que deja a su paso. Idas y venidas, tropezones, revolcones y retornos sin retorno. Dulces olores y sabores amargos. Como despedida, pruebas de tragar y vomitar y un broche de chaqueta y champagne. Las largas avenidas, el caluroso río y la cerveza fría no tendrán el mismo sabor cuando vuelva, pero quedará el regusto de lo que ocurrió. El Mediterráneo, Budapest, Tailandia y otros tantos lugares fueron testigos de nuestro lado menos profesional, y ahí queda. Larga vida a la gente que me acompañó durante cuatro años de viaje a toda velocidad. Contraproducente unas veces y genial otras, pero el peso de los grandes corazones siempre decantará la balanza hacia el lado claro.

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