Cobardía

Me iluminan,
distantes, difíciles ojos,
color moreno, pasado oscuro,
me tiran sus despojos,
me tiran y no puedo.

 No quiero, no puedo,
no sé lo que es, lo sé... ¡lo veo!

Puro hielo

El frío me sienta bien, a pesar de ir convirtiendo en escombros los rascacielos que otras personas construyen para mí. Los latigazos calurosos esporádicos me recuerdan que sigo vivo, pero es ese frío el que verdaderamente me mantiene, y no me disgusta. Merezco frío, desprendo frío y, aunque nunca me gustó, él congeló los malos pensamientos hasta ser derretidos al ritmo de los rugidos y de un nuevo Sol que me revive cada día.

Tempus fugit

Pasando el tiempo amarillo sobre nuestras fotografías, alambres que crecen y sueños que avanzan, agobios que desaparecen y otros que nacen. Fugacidad en su máximo exponente sin apenas poder sentir el viento que deja a su paso. Idas y venidas, tropezones, revolcones y retornos sin retorno. Dulces olores y sabores amargos. Como despedida, pruebas de tragar y vomitar y un broche de chaqueta y champagne. Las largas avenidas, el caluroso río y la cerveza fría no tendrán el mismo sabor cuando vuelva, pero quedará el regusto de lo que ocurrió. El Mediterráneo, Budapest, Tailandia y otros tantos lugares fueron testigos de nuestro lado menos profesional, y ahí queda. Larga vida a la gente que me acompañó durante cuatro años de viaje a toda velocidad. Contraproducente unas veces y genial otras, pero el peso de los grandes corazones siempre decantará la balanza hacia el lado claro.