Los ojos jóvenes y no tan jóvenes siempre fueron ambiciosos y fáciles de saciar. Ojos que ante la curva irresistible dominan la mente haciendo creer que rozan el nirvana, mientras pasan los años y no encuentran la verdadera esencia de la vida. Ojos que definitivamente no son capaces de valorar lo que cada curva esconde detrás de sí, unas veces mejor, otras algo peor. Maravillosas facultades que se pierden tras una curva mal trazada, y lo que es peor, curvas perfectas que esconden maravillosas facultades y que ciertos ojos, sedientos de placer sin compromisos, se niegan por completo a ver.
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