martes, 8 de diciembre de 2015

La travesía

Los auténticos tigres se preocupan por enterrar a mis peores monstruos, monstruos de los que hacen mojar las manos y secar la boca. No negaré que estuvieron, y que incluso pueden levantarse de sus tumbas, al igual que no negaré que hubo un día en el que el cielo era más azul, el césped más verde y el agua más clara. De la misma forma, y aunque ahora todo sea un ardiente desierto, sería incapaz de desprenderme de lo que me hizo dejar a un lado feas costumbres para valorar gran parte de la esencia de la vida. Como quien recuerda la infancia más inocente en su primer colegio o el abrazo de un abuelo que ya no está. Así me tomaré siempre la travesía que me hizo el corazón mas grande, agradeciendo de por vida a los tigres que pisoteen a esos monstruos una y otra vez, a pesar de que en algún momento fui yo mismo quien intentó resucitarlos.

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