sábado, 3 de octubre de 2015

Distancia que acerca

Los oscuros domingos se aclaraban gracias a la luz rosada que bañaba las nubes en cada despedida. El silbido del tren marcaba la distancia y el pelo largo prohibía besos al compás del viento, pero las ganas hacían volver a encontrarlos una y otra vez. La melancolía recorría el cuerpo mientras cada palabra era un soplo de aire fresco. La puesta de sol a la izquierda hacía saber que habría que esperar unos días para volver a sentir el calor... un calor que en realidad nunca se iba. Jamás la distancia y el otoño fueron tan maravillosos.

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